martes, 4 de octubre de 2016

Literatura Catalana (Josep Pla i Casadevall [III])

Continuó su exilio en Roma, donde escribe por encargo de Francesc Cambó buena parte de la monumental Historia de la Segunda República Española, publicada en 1939, y que Josep Pla rehusó a reeditar e incluirla en su "Obra Completa". En otoño de 1938, Adi Enberg y Josep Pla se desplazan en Biarritz y desde allí llegan a San Sebastián y entran en la España franquista.
En enero de 1939 llega a Barcelona poco después de las primeras fuerzas franquistas, junto a Manuel Aznar y otros periodistas, para hacerse cargo de la dirección del diario "La Vanguardia". Entre enero y abril de ese año codirigen el diario pero Josep Pla es despedido porque no interesaba al gobierno franquista que impuso Galinsoga como nuevo director. A mediados de mayo, Pla volvió a Llofriu, había desistido de recuperar la identidad cultural del país. En una especie de autoexilio interior había decidido retirarse de la vida pública española, barcelonesa y catalana.
Abrumado por los acontecimientos políticos pasados ​​y por la guerra europea, Pla vivo durante unos años, en varios lugares de la Costa Brava: Fornells, L'Escala, Cadaqués. Son años de reflexión, de búsqueda de un sentido a la existencia, de misantropía, de encontrar en el paisaje el único consuelo. Pla se convierte deliberadamente en un hombre arraigado, voluntariamente aislado. Quiere hablar con la gente más sencilla de los pueblos pequeños: los pescadores, los agricultores, los artesanos. Viaja constantemente por el país, a pie, en autobús o en tren. Lentamente, la visión del paisaje le embriaga y le encomienda una especie de panteísmo sensual, sin sentido religioso, que se convierte en un entusiasmo por la realidad. En la literatura que produce aquellos años, destaca el redescubrimiento de la realidad más próxima, la del paisaje y la del mar, descrita con un marcado acento subjetivo, que inicia la que será su luminosa madurez literaria.

En 1940 comienza su colaboración regular en el semanario "Destino", del que se convertirá en uno de sus impulsores e ideólogos más importantes. Son años difíciles, de colaboración con el nuevo régimen y también de autocrítica. Sobreviviendo sólo gracias a su dedicación a la literatura y el periodismo, publica en castellano varios libros biográficos, guías de viaje y obras de encargo. Pronto abandona el proyecto de convertirse en un escritor en castellano. Desde la tribuna que le ofrecía "Destino", Pla se reencuentra lentamente con los lectores catalanes y retoma sus contactos con todos los sectores de la cultura catalana. Desde el primer momento en que la censura lo permitió, vuelve a publicar libros en catalán, la lengua en la que habían sido concebidos, pensados ​​y escritos, mientras fue posible, sus libros.

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