Tras el fracaso del intento de golpe de estado de junio de 1926, conocido como la Sanjuanada, Francesc Maciá decide llevar adelante su plan de invasión de Catalunya a través de la frontera francesa. "Yo, por mi parte, creo que no ha acabado aquí el complot, y he decidido firmemente y al margen de lo que puedan hacer ellos y al margen de todo lo que puedan hacer nuestros otros aliados, llevar a cabo algo nosotros solos, que aunque no se asegure la libertad... al menos nos hará quedar en un lugar bien digno", escribiría Francesc Macià.
El plan de Macià consistía en que los escamots penetrararan por Prats de Molló, en la Catalunya francesa, y tras la toma de Olot se dirigieran a Barcelona, donde se declararía la huelga general, que contaría con la colaboración de una parte de la guarnición, y donde se proclamaría la República catalana. Se esperaba que esta proclamación provocaría levantamientos en otras regiones españolas.
Por esas mismas fechas Macià entró en contacto en París con un grupo de exiliados italianos entre los que se destacaba Riciotti Garibaldi, nieto del héroe de la unificación italiana, quien en realidad no era un combatiente antifascista sino un agente doble al servicio de la policía política de Mussolini. Gracias a éste, Primo de Rivera tuvo conocimiento de la invasión que se proyectaba. Muchos de estos exiliados italianos, entre 50 y 100, que participaron en la operación habían combatido en la legión garibaldina durante la Primera Guerra Mundial. Con su intervención Macià buscaba la experiencia militar que les faltaba a sus escamots, y eso que "Macià sabía perfectamente que se trataba de unos personajes complejos y contradictorios. Había una minoría de voluntarios politizados, idealistas, y una mayoría de aventureros, personajes marginales, desclasados y hasta delincuentes, residentes desde hacía años en Francia... [y que] malvivían por los cafés y tabernas de París". El que los reclutó fue Arturo Rizzoli, un veterano de la Gran Guerra, que trabajaba como lavaplatos en un restaurante de París donde conoció a Joan Nicolau, miembro destacado de Estat Català, que también trabajaba en el establecimiento.
El plan del ataque consistía en crear dos columnas armadas que, de madrugada, atravesarían la frontera hispano-francesa y se adentrarían por caminos de montaña hasta las inmediaciones de Olot, donde se les unirían varios grupos más. Una vez reunidos, la estrategia consistía en caer por sorpresa sobre la capital de la comarca de La Garrotxa, Olot, y atacar los cuarteles de la Guardia Civil y de los Carabineros. En este momento, aprovecharían la acción para difundir la noticia de la proclamación de la República Catalana mediante una emisora que ellos mismos transportarían. Se esperaba que, al recibir la noticia de la operación, el pueblo catalán se sublevaría. Posteriormente, se marcharía hacia Las Guillerias donde se instalaría el campamento base y se proseguirían las operaciones.
La idea parece que fue del propio Macià, quien había sido coronel del Ejército español, y la decisión de llevarla a cabo la tomó la dirección de Estat Català, exiliada en Francia y repartida por tres sitios distintos: en Bois-Colombes (Altos del Sena) estaba Ventura Gassol, Josep Bordas de Cuesta, Josep Carner, Ernest Dalmau, Josep Rovira, Josep Marlès y Martí Vilanova; en Toulouse Roc Boronat y Juli Figueres, y en Perpignán Artur Coromines y Josep Esparç. Macià nombró como lugartenientes a Josep Bordas de Cuesta para las cuestiones políticas, Josep Carner y Ventura Gassol para las de propaganda, Josep Rovira, Martí Vilanova, los hermanos Morella, Joaquim Carrió, Roc Boronat y Ferran Arqués para las militares. En el interior se encargaban de captar voluntarios Jaume Aiguader y Amadeu Bernadó.
El plan de Macià consistía en que los escamots penetrararan por Prats de Molló, en la Catalunya francesa, y tras la toma de Olot se dirigieran a Barcelona, donde se declararía la huelga general, que contaría con la colaboración de una parte de la guarnición, y donde se proclamaría la República catalana. Se esperaba que esta proclamación provocaría levantamientos en otras regiones españolas.
Por esas mismas fechas Macià entró en contacto en París con un grupo de exiliados italianos entre los que se destacaba Riciotti Garibaldi, nieto del héroe de la unificación italiana, quien en realidad no era un combatiente antifascista sino un agente doble al servicio de la policía política de Mussolini. Gracias a éste, Primo de Rivera tuvo conocimiento de la invasión que se proyectaba. Muchos de estos exiliados italianos, entre 50 y 100, que participaron en la operación habían combatido en la legión garibaldina durante la Primera Guerra Mundial. Con su intervención Macià buscaba la experiencia militar que les faltaba a sus escamots, y eso que "Macià sabía perfectamente que se trataba de unos personajes complejos y contradictorios. Había una minoría de voluntarios politizados, idealistas, y una mayoría de aventureros, personajes marginales, desclasados y hasta delincuentes, residentes desde hacía años en Francia... [y que] malvivían por los cafés y tabernas de París". El que los reclutó fue Arturo Rizzoli, un veterano de la Gran Guerra, que trabajaba como lavaplatos en un restaurante de París donde conoció a Joan Nicolau, miembro destacado de Estat Català, que también trabajaba en el establecimiento.
El plan del ataque consistía en crear dos columnas armadas que, de madrugada, atravesarían la frontera hispano-francesa y se adentrarían por caminos de montaña hasta las inmediaciones de Olot, donde se les unirían varios grupos más. Una vez reunidos, la estrategia consistía en caer por sorpresa sobre la capital de la comarca de La Garrotxa, Olot, y atacar los cuarteles de la Guardia Civil y de los Carabineros. En este momento, aprovecharían la acción para difundir la noticia de la proclamación de la República Catalana mediante una emisora que ellos mismos transportarían. Se esperaba que, al recibir la noticia de la operación, el pueblo catalán se sublevaría. Posteriormente, se marcharía hacia Las Guillerias donde se instalaría el campamento base y se proseguirían las operaciones.
La idea parece que fue del propio Macià, quien había sido coronel del Ejército español, y la decisión de llevarla a cabo la tomó la dirección de Estat Català, exiliada en Francia y repartida por tres sitios distintos: en Bois-Colombes (Altos del Sena) estaba Ventura Gassol, Josep Bordas de Cuesta, Josep Carner, Ernest Dalmau, Josep Rovira, Josep Marlès y Martí Vilanova; en Toulouse Roc Boronat y Juli Figueres, y en Perpignán Artur Coromines y Josep Esparç. Macià nombró como lugartenientes a Josep Bordas de Cuesta para las cuestiones políticas, Josep Carner y Ventura Gassol para las de propaganda, Josep Rovira, Martí Vilanova, los hermanos Morella, Joaquim Carrió, Roc Boronat y Ferran Arqués para las militares. En el interior se encargaban de captar voluntarios Jaume Aiguader y Amadeu Bernadó.
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