martes, 26 de enero de 2016

Asesinos en Serie (Simo Häyhä [I])

Simo Häyhä nació un 17 de diciembre de 1905 en un pueblo agrícola de la región de Rautjärvi, situada entre la frontera de Finlandia y Rusia. Su padre era el agricultor Juho Häyhä y su madre era Katrina os Vilkko.
Simo era el segundo de ocho hijos en una familia campesina de humilde condición económica, que vivía de la caza, la pesca, el cultivo de la tierra y la ganadería. De pequeño asistió a una escuela primaria en Miettilä; y ya más tarde, de adolescente, se interesó por actividades como el esquí, la cacería, el béisbol y el tiro deportivo, llegando a ser campeón en el distrito de Viipuri, en la región de Carelia.
Llegado el año 1925, Häyhä hizo un año de servicio militar obligatorio en el Ejército de Finlandia, culminando el período con el rango de cabo en una unidad de bicicletas (de efectivos militares que usan bicicletas). Como era de esperarse, durante su entrenamiento Häyhä demostró gran habilidad en las prácticas de tiro, siendo capaz de dar en un blanco 16 veces por minuto a unos 500 metros de distancia…
Acabado el año de servicio, Simo permaneció como reservista de la Guardia Blanca, que era una organización militar semejante a la Guardia Nacional de USA, y que ya tenía cierto prestigio histórico por su destacado rol en la guerra civil contra los comunistas, acaecida en 1918. Así, los días de Simo fueron de relativa tranquilidad, y sus actividades constaban de cosas como la pesca, la agricultura y, por supuesto, la cacería. Sin embargo, en 1939, estalló la terrible Guerra de Invierno, apenas tres meses después de que Hitler iniciara la Segunda Guerra Mundial con su invasión a Polonia. Por ello, de ser un gran cazador de alces, Simo pasaría a ser un gran cazador de soviéticos, brindando así una importante colaboración en la resistencia finlandesa que quebró las ambiciones que Stalin tenía de ocupar toda Finlandia y extender sobre Helsinsky los tentáculos del Kremlin… Y es que sus más de 500 bajas no tenían solo una importancia concreta, no significaban solo ese número de vidas: eran también un elemento clave en la desmoralización de las tropas soviéticas, que terminarían huyendo de Finlandia con la vergüenza de que el gran Ejército Rojo había sido golpeado por hombrecillos vestidos de blanco que, fundidos con la nieve del paisaje inclemente, disparaban sorpresivamente desde la lejanía, invisibles como fantasmas…  Naturalmente, el descrédito que la Guerra de Invierno trajo al Ejército Rojo, fue parte de lo que hizo a Hitler resolverse por iniciar la Operación Barbarroja. Ahora, y pese a que Finlandia resistió y conservó su soberanía, tuvo que firmar un tratado de paz en que cedía a la Unión Soviética el 10% de su territorio y el 20% de su capacidad industrial


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