Finalmente, los soviéticos se librarían de Simo un 6 de marzo de 1940. Los hechos fueron más o menos así:
Eran las 6:20 a.m. cuando Simo y los de
su unidad recibieron la orden de atacar a unos soldados soviéticos que
estaban apostados en un valle, negándose a abandonar sus puestos por
orden de sus comandantes. En aquel enfrentamiento habían muerto unos 140
finlandeses para el mediodía, pero las bajas soviéticas eran mucho más
cuantiosas y, a lo largo y ancho del terreno, los cadáveres yacían
tiñendo de rojo la nieve. Los soviéticos estaban desesperados, ¿cómo
podían perder tantos soldados?, ¿dónde se escondían los malditos
francotiradores finlandeses? En ese afán por acabar con los escurridizos
soldados finlandeses, los soldados soviéticos se veían correr de un
lado a otro, y los proyectiles de artillería estallaban en numerosos
sitios, haciendo saltar la nieve y los punzantes trozos de árboles
despedazados. Para el momento en que un soviético gritó señalándole a su
grupo la posición de la “Muerte Blanca”, Simo ya había arrasado con
unos 40 soldados enemigos, superando con creces su record de otros días…
Pero ahora las cosas estaban realmente complicadas: los soldados
enemigos corrían hacia él, y en la zona apenas quedaban unos 14
finlandeses…
Simo estaba oculto detrás de una gran
roca. No podía darse el lujo de asomar así nomás la cabeza o incluso el
arma, pues las balas pasaban veloces a la derecha, a la izquierda, y
también por arriba de la roca… Aún así, su habilidad era tan grande que,
cuando disparaba, un soviético caía, con lo cual conseguía sembrar algo
de miedo y evitar que el avance del enemigo se vuelva demasiado
caudaloso. Afortunadamente, los soldados soviéticos que enfrentaba no
tenían ametralladoras, pues de ser así fuera casi imposible defenderse.
Por ello logró resistir heroicamente, hasta que, en una de esas
ocasiones en que se asomó a disparar, una bala explosiva, disparada por
un francotirador soviético según ciertas fuentes, le dio en la barbilla y
le salió por la mejilla izquierda…
Ahora, Simo perdía sangre y necesitaba
ayuda. Cualquiera habría muerto en tales circunstancias, pero él tuvo
tanta habilidad y "cabeza fría" que incluso consiguió acabar con el
soviético que le había disparado, y con otros más- Lógicamente habría
llegado un punto en que perdería la consciencia y pasaría a ser "carne
de cañón", pero solo ocurrió lo primero porque, cuando apenas 3
finlandeses más resistían con él, llegaron refuerzos de rescate y lo
sacaron. Según refirió uno de los soldados que lo salvaron, Simo "había
perdido la mitad de la cara"…
Tras ser llevado al hospital, Simo
permaneció inconsciente hasta el 13 de marzo, y en todo el mes no fue
capaz de escuchar nada. Requirió 10 cirugías faciales, y tuvo que pasar
algún tiempo para que reapareciese y se supiese que no había muerto,
cosa esta que deseaba hacer creer la Prensa Soviética y algunos sectores
informativos de la propia Finlandia.
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