miércoles, 12 de octubre de 2016

Literatura Catalana (Mercè Rodoreda i Gurguí [VII])

Igualmente, Rodoreda abandonó el chalé de Manrubia en el cual había producido sus tres últimas obras y se trasladó en un pequeño chalé que se había podido construir en Romanyá mismo, al lado del de Manrubia. Según Anna Maria Saludes i Amat, este abandono de la casa de Manrubia se produjo por la necesidad de Rodoreda de seguir una vida en soledad propia de su carácter y por la difícil convivencia entre ambas amigas.

En 1979, escribió la comedia teatral "El Maniquí" que fue estrenada el mismo año por la compañía "Bruixes de Dol" en el Festival Internacional de Teatro de Sitges dirigida por Aracel·le Bruch. En aquellos últimos años de su vida, Rodoreda vio diversas veces el salto de sus novelas a la pequeña y gran pantalla. Primero fue en la televisión con su novela "Aloma" en el año 1978. Más tarde, fue en el cine con "La plaza del Diamante" en 1982 con Sílvia Munt en el papel de la protagonista "Colometa" y bajo la dirección de Francesc Betriu.

En el año 1982, escribió unos artículos biográficos publicados en la revista "Serra d'Or", titulados "Fitxers d'infantesa", también empezó a escribir "La mort i la primavera" (1985) pero la novela quedó inacabada. La escritora perteneció a la Asociación de Escritores en Lengua Catalana y fue miembro y socio de honor, después de su retorno a Catalunya
Finalmente, Rodoreda murió en Girona, a los 75 años de edad, víctima de un cáncer en 1983. Durante los últimos días que estaba ingresada en un hospital de Girona, Mercè Rodoreda se reconcilió con los miembros de su familia. Según explica una íntima amiga de la escritora, Isabel Parés, cuando le diagnosticaron el cáncer de hígado a Rodoreda, la autora entró en una depresión y no quería luchar para poder vivir
La capilla ardiente fue instalada en el Palau Solterra del departamento de Cultura de la Generalitat de Catalunya y por voluntad propia, fue enterrada en el cementerio de Romanyá de la Selva, en un sepelio multitudinario, al cual asistieron muchos compañeros de profesión y otras personalidades del momento. Su legado intelectual fue donado en herencia al "Institut d'Estudios Catalans" que años después creó la Fundación Mercè Rodoreda

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