miércoles, 7 de septiembre de 2016

Literatura Catalana (Manel Milá i Fontanals [I])

Nacio en Villafranca del Penedés (Barcelona), en 1818 – Barcelona, 1884. Fue un filólogo y teórico de la Estética catalana. Estudió derecho y filosofía en las universidades de Cervera y Barcelona. Catedrático de Estética y de Historia de la Literatura en la Universidad de Barcelona (1845). Entre sus alumnos se contaron destacados eruditos como Marcelino Menéndez Pelayo, Rubió i Lluch, Costa i Llobera y Maragall. Organizó los Jocs Florals, que presidió en 1859.
Suele organizarse su evolución ideológica en tres etapas. En la primera, que empieza en 1844, pese a ser un gran conocedor de los clásicos grecolatinos, abrazó con fervor el Romanticismo, primero el liberal y luego el tradicionalista, contribuyendo a difundirlo decisivamente en Catalunya. En ese sentido fue muy importante su artículo "Clásicos y románticos", publicado en "El Vapor", 1836, que puede considerarse como un verdadero manifiesto del movimiento. Recogió este trabajo en su libro "Algunos estudios literarios" (1836), que recoge también poemas de tema catalán escritos en castellano, como "El trovador del Penedés", y su ensayo semidramático, influido por Goethe y Byron, "Fasque nefasque", del que luego abjuró por considerarlo una travesura juvenil. Su entusiasmo por Walter Scott y el Romanticismo histórico está muy claro en "La moral literaria, contraste entre la escuela escéptica y Walter Scott" (1842) y en esta línea se explican sus "Romances de los Reyes Católicos en Barcelona" (1842). Más tarde documentaría la introducción del Romanticismo en Catalunya al escribir "Un párrafo de historia literaria: El Europeo de 1823", (Diario de Barcelona, 1854).
Tras publicar "Compendio de arte poética" (1844) en forma de prontuario, totalmente imbuido de ideas románticas, se inicia su segunda etapa de estudio y silencio hasta aproximadamente 1853. De ella emerge en el tercer momento como ferviente catalanista y admirable filólogo. A pesar de haber sido amigo de Pau Piferrer, Rubió y otros, su catalanismo no fue fácil: hasta 1853 pensaba que el catalán era una lengua del pasado imposible de modernizar, y miraba la cultura catalana con más nostalgia que futuro; desde esa fecha fue uno de los más firmes impulsores de la "Renaixença". Para dar ejemplo creativo, escribió en catalán varios poemas, como "La cançó del pros Bernat" (1867), "La mort de Galinol", (1867) y "La complanta d'en Guillem"

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