miércoles, 7 de septiembre de 2016

Historia de Catalunya (La "Batalla de Muret" [I])

A principios del siglo XIII, la herejía cátara se había afianzado en Occitania amenazando la doctrina de la Iglesia católica. El papa Inocencio III, después de lanzar una cruzada fallida contra los cátaros, intentó reconciliarse con el conde Raimundo VI de Tolosa. Sin embargo, Arnaldo Amalric, legado papal, y Simón IV de Montfort procuraban romper las negociaciones, exigiendo a Raimundo VI unas condiciones muy duras.

Raimundo VI buscó aliados con una ortodoxia católica indudable, y tras entrevistarse con diversos monarcas europeos, se alió con su cuñado Pere II "el Catolic". Este rey actuó como intermediario con el fin de encontrar una reconciliación, pero finalmente el papa Inocencio III se puso de parte de Simón IV de Montfort y proclamó la cruzada pensando que así erradicaría la herejía de forma definitiva. La cruzada comenzó con la masacre de Béziers y el sitio de Carcasona de 1209, continuando al año siguiente con el ataque a las fortalezas de Minerve, Termes y Cabaret.

En 1213, Simón de Montfort retomó su campaña contra el conde Raimundo VI de Tolosa. Este se retiró a su capital y pidió la intervención papal; el Papa ordenó la celebración del concilio de Lavaur, que empezó el 15 de enero de 1213, y donde abogó por el retorno de los condados y tierras a sus titulares a cambio de la sumisión a la Iglesia. A pesar de que los congregados rechazaron la propuesta, el rey Pere II "el Catolic" consiguió que el papa enviase un legado. Ante la evidencia de que los cruzados estaban determinados a vencer al conde de Tolosa y la intervención del papa sólo lograría retrasar los hechos, Pere II decidió acoger a los condes de Tolosa, Foix y Cominges, y, junto con las fuerzas de sus vasallos tradicionales (como el de los vizcondes de Bearne), combatir a los cruzados.
Progresivamente, Montfort fue ocupando las villas cercanas a Toulouse hasta que esta cayó en su poder. Entre las villas ocupadas se encontraba Muret, que había conquistado sin encontrar resistencia en 1212. Su situación estratégica, al estar situada entre los ríos Garona y Loja, determinó que Simón IV de Montfort la eligiera como base de operaciones, dejando una guarnición de 30 a 60 caballeros, y 700 peones de infantería

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