martes, 20 de septiembre de 2016

Historia de Catalunya (El Compromís de Casp [I])

Fue un pacto establecido en 1412 por representantes de los reinos de Aragón , Valencia y del Principat de Catalunya para elegir un nuevo rey ante la muerte en 1410 de Martí I "l'Humà" sin descendencia y sin nombrar un sucesor aceptado. Supuso la entronización de Fernando de Antequera (Ferran I "el Just"), un miembro perteneciente a la dinastía Trastámara, en la Corona de Aragón. El 25 de julio de 1409 falleció Martí "el Jove", el único hijo del rey de Aragón, Martí I "el Just", por lo que este contrajo un nuevo matrimonio con Margarita de Prades con la esperanza de concebir un hijo que asegurara la línea sucesoria.

El fracaso que supuso la no concepción de un nuevo heredero llevó a Martí I a pensar en reconocer a Fadrique de Luna, un hijo ilegítimo de Martí "el Jove", como su sucesor, pero la falta de apoyos le hizo desistir de esta posibilidad.
En esta coyuntura nombró a Jaume II d'Urgell, lugarteniente de Aragón y Gobernador General de la Corona. Este nombramiento fue rechazado por la Diputación de la Generalidad aragonesa y por el arzobispo de Zaragoza García Fernández de Heredia, al considerarlo como un reconocimiento a su virtual condición de heredero a la corona. Jaume II d'Urgel introdujo tropas armadas en Zaragoza y se desataron en el interior de la ciudad graves disturbios. Ante el rechazo generado, Martín I revocó el nombramiento el 17 de mayo de 1410. Pocos días después de las Alteraciones de Zaragoza, el 31 de mayo, fallecía el rey sin descendencia legítima y sin nombrar sucesor al trono.
En sus últimos días el rey fue visitado en su lecho de muerte por varios miembros de los braços del Principat de Catalunya" y, con la presencia de los notarios reales y otros oficiales (camarero, escudero y copero), así como del obispo y el gobernador de Mallorca y el gobernador del principat català, por boca del consejero de Barcelona Ferrer de Gualbes preguntaron al rey por dos veces en los días 30 y 31 si quería que su sucesor fuera aquel que debía serlo por justicia, es decir, si el problema de su sucesión se debía dilucidar mediante el examen de los derechos al trono de los distintos candidatos, a lo que Martí I respondió, ya agonizante, que sí. A partir de ese momento la maquinaria de los poderes políticos de la Corona puso en marcha mecanismos que desembocaron en la Concordia de Alcañiz y el Compromis de Casp.

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