jueves, 1 de septiembre de 2016

Historia de Catalunya (Constitucion Pau i Treva de Déu [II])

La iglesia pactó con los nobles, como garantía contra sus extorsiones, la creación del derecho de sagrera, prohibiendo cualquier acto de violencia en un radio de treinta pies alrededor de cualquier edificio de culto consagrado por el obispo, bajo pena de excomunión. No sólo las personas quedaban protegidas de la violencia feudal, al llamarse a sagrado en este espacio, sino también los bienes (estos pactos se covertieron en la Constitucion Pau i Treva de Déu).
Para conservar estos bienes más adecuadamente, se fueron construyendo en la sagrera pequeñas edificaciones, denominadas sagrers en catalán, lo que indirectamente causó la concentración de edificaciones en la inmediata proximidad e, incluso, en directo contacto con los templos para su más eficaz protección. Así es como, por ejemplo, nació el barrio de La Sagrera, en Barcelona: Como zona protegida alrededor de la iglesia del pueblo de San Martín de Provensals.
En paralelo a la protección espacial que significaron las sagreras y siempre con el objetivo de asegurar un clima de convivencia, se instauró una autoridad para establecer disposiciones que se debían cumplir bajo pena de excomunión, prohibiendo la práctica de cualquier tipo de acto violento de los nobles en cualquier punto del territorio: Las asambleas de Pau i Treva de Déu. La primera de ellas se celebró en Toluges en 1027, presidida por el abad Oliva en representación del obispo Berenguer de Elna, ausente de su diócesis por participar en una peregrinación.
Esta asamblea de "Pau i Treva de Déu" en Toluges, fue organizada por los campesinos y las altas jerarquías eclesiásticas y fue consecuencia de la crisis del poder condal provocada en el Rosello por la revolución feudal; ante una fuerte escalada de violencia llevada a término por los clanes nobiliarios del condado, sus víctimas (agricultores y eclesiásticos) se tuvieron que reunir para intentar encontrar una solución por sí mismos. El poder condal se mostraba impotente; impotencia visible por la ausencia total del conde Gausfredo II en una reunión en la que se trataba un tema capital de gobierno como era el mantenimiento del orden público.

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