viernes, 8 de abril de 2016

Asesinos en Serie ("El asesino del Zodiaco" [IV])

Cada periódico se había encargado de mandar a la Policía fotocopias de la carta recibida con el mensaje cifrado. La tarea no parecía ser fácil pues cada tercio del mensaje cifrado tenía ocho líneas con diecisiete símbolos por línea y, a su vez, los símbolos eran demasiado variados: símbolos griegos, meteorológicos, símbolos de código Morse, señales marítimas, signos astrológicos y letras del alfabeto ordinario.
Al final, la identidad de quienes descifrarían los códigos sorprendería a los expertos de la Inteligencia Naval, la CIA y el FBI. Entretanto ya el jefe de la Policía de Vallejo, Jack E. Stiltz, se había encargado de solicitar públicamente al autor de las tres cartas que mandara otra carta con más datos para demostrar que él era el asesino. La respuesta fue escalofriante y llegó con prontitud el 4 de agosto de 1969, apenas tres días después de las cartas dirigidas a los diarios. Allí, en estas nuevas cartas, el asesino revelaba que su identidad estaba en los códigos anteriores y daba detalles de los crímenes que solo él podía conocer, detalles sobre cuya veracidad la Policía tenía certeza, detalles que se habían reservado y no habían sacado a la luz… Además, por primera vez el asesino se autodenominaba como "Zodiaco", tal y como se ve en este fragmento de la carta (de 3 páginas en su totalidad) dentro del cual está incluido el inicio: 
- "Estimado director, Zodíaco al habla. Respondiendo a su petición de más detalles sobre lo bien que me lo he pasado en Vallejo, estaré encantado de darle más material. Por cierto, ¿se está divirtiendo la Policía con el mensaje cifrado? Si no, dígales que se animen; cuando lo descifren me tendrán. Con respecto al 4 de julio: no abrí la puerta del coche, la ventanilla ya estaba bajada. El chico al principio estaba en el asiento delantero cuando empecé a disparar. Cuando le disparé por primera vez a la cabeza, se echó hacia atrás al mismo tiempo y así me estropeó el tiro. Terminó en el asiento de atrás, luego en el suelo agitando muy violentamente las piernas; por eso le disparé en la rodilla. No me marché del escenario del crimen derrapando a toda velocidad como han dicho los periódicos de Vallejo. Me fui lentamente para que mi coche no llamara la atención. El hombre que le dijo a la Policía que mi coche era marrón, era un negro de unos 40-45 años vestido de manera andrajosa. Yo estaba en una cabina telefónica divirtiéndome con el poli de Vallejo mientras él pasaba. Cuando colgué el teléfono, el puto aparato se puso a sonar y eso hizo que él se fijara en mí y en mi coche. Las Navidades pasadas: En ese episodio la Policía se preguntaba cómo podía acertar a mis víctimas disparando en la oscuridad. No lo dijeron abiertamente, pero lo dieron a entender diciendo que había mucha luz esa noche y que yo podía ver siluetas en el horizonte. Una idiotez, esa zona está rodeada de colinas y árboles altos. Lo que hice fue pegar una linternita fina al cañón de mi pistola. Si se fijan, en el centro del rayo de luz, si lo dirigen a una pared o un techo, verán un punto oscuro o negro en el centro del círculo de luz a unos siete o quince centímetros de distancia. Cuando está pegado al cañón de una pistola, la bala da directamente en el centro del punto negro de la luz. Yo sólo tuve que acribillar a balazos. No hacía falta destreza". 
Entre otras cosas, en la citada carta Zodíaco había escrito que “le tendrían” cuando descifrasen el código. No sabía que su código ya había sido revelado casi por completo por los Harden, una brillante pareja. Sin embargo, lo poco que faltaba por descifrar impedía aún conocer su identidad.

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