Finalmente Robert Hansen se dio cuenta que, ante la enorme cantidad de
evidencia en su contra, difícilmente ganaría su caso frente a la corte.
El 22 de Febrero de 1984 se arregló un encuentro entre el abogado
defensor Fred Dewey y el fiscal general de Anchorage, Victor Krumm, para
establecer un acuerdo. Este acuerdo consistió en que Hansen daría una
confesión detallada y completa de sus crímenes a cambio de ser cargado
únicamente con los 4 homicidios que se conocían hasta el momento. Además
purgaría su sentencia de cadena perpetua en un recinto federal, en vez
de una prisión de máxima seguridad. Hansen se vio obligado a aceptar
este trato, pues era lo mejor que podía obtener.
Entonces explicó su modus operandi, que consistía en contratar por una suma de dinero a las prostitutas. Una vez estando ellas a modo, las sometía amenazándolas con un arma de fuego. Tratando de verse lo más seguro y desafiante posible les decía: “Muy bien, eres una profesional, lo que hacemos no te excita en nada, sabes bien que existen riesgos en lo que haces. Que esto te sirva de experiencia, para que la próxima vez elijas bien a quién te ofreces. Si haces todo cuanto te ordeno, no saldrás lastimada…” Hansen hacía lo anterior para ver cómo la víctima se congelaba del miedo. Disfrutaba verlas sentirse indefensas y sometidas a su voluntad. Una vez que tenía a una mujer bajo su poder, normalmente la llevaba en la avioneta a su remota cabaña de los bosques. Ahí, después de violarlas sin misericordia, llegaba al extremo de desnudarlas y aún de taparles los ojos antes de soltarlas. Esperaba un poco a que la chica corriera y después, con su navaja y con el rifle, las cazaba igual que lo hacía con osos o venados.
Entonces explicó su modus operandi, que consistía en contratar por una suma de dinero a las prostitutas. Una vez estando ellas a modo, las sometía amenazándolas con un arma de fuego. Tratando de verse lo más seguro y desafiante posible les decía: “Muy bien, eres una profesional, lo que hacemos no te excita en nada, sabes bien que existen riesgos en lo que haces. Que esto te sirva de experiencia, para que la próxima vez elijas bien a quién te ofreces. Si haces todo cuanto te ordeno, no saldrás lastimada…” Hansen hacía lo anterior para ver cómo la víctima se congelaba del miedo. Disfrutaba verlas sentirse indefensas y sometidas a su voluntad. Una vez que tenía a una mujer bajo su poder, normalmente la llevaba en la avioneta a su remota cabaña de los bosques. Ahí, después de violarlas sin misericordia, llegaba al extremo de desnudarlas y aún de taparles los ojos antes de soltarlas. Esperaba un poco a que la chica corriera y después, con su navaja y con el rifle, las cazaba igual que lo hacía con osos o venados.
Al término de su declaración, la Policía
le mostró un mapa de la región a Hansen y le pidió que señalara los
sitios donde había cometido sus fechorías. Éste señaló numerosos
lugares. Al día siguiente se hizo una expedición en un helicóptero
militar y Hansen los condujo a 12 sitios diferentes, ahí fueron marcados
árboles para regresar posteriormente a revisar. Durante 1984 fueron
recuperados únicamente 7 cuerpos.
El 18 de Febrero de 1984 Robert Hansen
se declaró culpable de los cuatro homicidios acordados y recibió
sentencia de 461 años de cárcel sin derecho a libertad condicional.
Inicialmente fue enviado a una penitenciaria en Pennsylvania, pero en
1988 regresó a Alaska a ser uno de los presos del centro correccional
Spring Creek. Poco después de encarcelado su esposa pidió el divorcio.
fuente: http://www.asesinos-en-serie.com
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