domingo, 18 de octubre de 2015

Leyendas en la Peninsula Iberica (El Chantre de Calahorra [III])

Leyenda.

El Chantre de Calahorra. Es uno de los personajes históricos más populares de Miranda, por lo que siempre ha generado mucha curiosidad. se llegó a decir que después de muerto le crecían las uñas y el pelo y que una princesa le robó una falange.
Está tumbado, con las manos entrelazadas, tiene la mirada perdida, no se mueve ni respira, cosa totalmente normal porque murió hace 624 años, aunque su leyenda y todo lo que rodea a este personaje está muy vivo. Se llamaba Pedro Pascual Martínez, conocido popularmente como el Chantre de Calahorra, uno de los personajes locales que más curiosidad genera tanto a mirandeses como forasteros y que se puede visitar en Miranda en la iglesia de Santa María.
En los años 20 el periódico ABC se interesó por la vida del Chantre y el periodista José L. Barberán visitó Miranda para después escribir una crónica. En ese viaje a la ciudad, el periodista redactó que el Chantre «flexiona cuello, cintura y extremidades, sin que la piel apergaminada se rasgue o se quiebre». Una de las conclusiones que sacó este periodista  es que «es un caso que merece atención y estudio, que ya se hubiera realizado de estar la momia en Madrid o en otra capital importante».

¿Cómo era su vida?

El término "chantre" procede del francés y se emplea en la Iglesia Católica para designar a aquellas personas que ocupan el cargo de maestro cantor o del coro en los templos principales. En este caso, a Pedro Pascual Martínez se le conoce como el Chantre de Calahorra porque por aquella época la vida mirandesa estaba adscrita alternativamente, un año al obispado burgalés y otro al de Calahorra y Santo Domingo de la Calzada. También se ocupó de algunos aspectos administrativos como el de primiciero, que consistía en cobrar las primicias o prestaciones que se daban en la iglesia, que solían ser frutos y ganados.
La momia está expuesta en un sarcófago que tiene encima una cubierta de cristal y se ve que actualmente el cuerpo mide 1,75 centímetros, aunque se calcula que en vida medía aproximadamente dos metros de estatura, siendo lo bastante alto para la época. Ese cristal que cubre el sepulcro también le ha jugado alguna mala pasada al Chantre, porque, según cuenta el cura de Santa María, en unas fiestas de Miranda estaba la iglesia tan llena que no cabía ni un alfiler, por lo que un señor se sentó encima del cristal y lo terminó rompiendo. Afortunadamente al Chantre no le pasó nada.
La leyenda cuenta que era un hombre religioso y bondadoso que se entregaba a los más desfavorecidos, por lo que construyó un hospital para pobres donde está actualmente la Iglesia de Santa María.
El hombre no tenía problema en prestarle dinero a todo aquel que lo necesitara. Sin embargo, tenía un hermano que era la otra cara de la moneda: malvado, con muchos vicios y sin ningún tipo de oficio ni beneficio. La mañana del 1 de octubre de 1390 don Pascual se dirigía al templo, cuando su hermano le pidió dinero para sus juergas, pero el Chantre se negó a dárselo porque prefería invertirlo en los más necesitados. Su hermano le agredió y le hirió en el rostro, pero el Chantre se encaminó a la iglesia para celebrar la misa.
Cuando regresaba a casa unos mendigos le pidieron limosna y el Chantre les entregó las pocas monedas que llevaba. El hermano vio esta escena desde la ventana del último piso, por lo que entró en cólera y, desde lo alto de su casa, le tiró un saco cargado de arena, lo que hizo que el Chantre perdiera su vida en el acto.

¿Realidad o leyenda?
Su fallecimiento siempre ha estado lleno de rumores y habladurías. La leyenda dice que fue enterrado en el cementerio de la ciudad pero que las aguas desbordadas del Ebro llevaron su cadáver, junto a su lápida de madera, en dos ocasiones a la puerta de la iglesia de Santa María. La realidad de la historia explica que fue sepultado en la iglesia de San Juan en un sepulcro de madera que llevaba una inscripción pintada en 1403 por el burgalés Alonso García que todavía sigue conservada junto al nuevo sepulcro. La iglesia de San Juan quedó destrozada, por lo que se trasladó su cuerpo a la iglesia de Santa María en 1812. De ese momento se conserva el acta del traslado, que está firmada por el párroco don Pablo de Marrón.
Se ha llegado a decir que después de muerto le crecían las uñas y el pelo y que una falange que le falta se la llevó una princesa como amuleto, pero se ha demostrado que son creencias falsas.
Gracias a las visitas que organiza el Centro de Interpretación de Miranda Antigua (CIMA), se puede visitar tanto la iglesia como el Chantre, de manera que mirandeses y forasteros pueden conocer cómo es la leyenda y la realidad que envuelve a esta momia. Desde el CIMA explican que todo lo que se conoce del Chantre es «pura fantasía». y son leyendas que han ido pasando de generación en generación. «Siempre se ha dicho que el Chantre fue enterrado en el cementerio y que las aguas desbordadas del Ebro le trajeron hasta la puerta de la iglesia, pero eso es falso porque los cementerios no existían», explica una de las guías.
Lo que se desconocía de su vida es que el Chantre era viudo y tenía un hijo que murió cocido vivo en un caldero por haberse posicionado en contra de los judíos, por lo que el rey Pedro El Cruel ordenó que le mataran. Francisco Cantera, historiador y hebraísta mirandés, era buen conocedor de la historia que rodeaba al Chantre y en su libro Seis temas mirandeses le dedicó un capítulo.
Realidad o leyenda, la figura del Chantre siempre ha estado presente en la cultura popular mirandesa y puede seren unos de los reclamos turísticos de la ciudad.


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