Marcel Petiot, nació el 17 de enero de 1897 en Auxerre (Francia) - fallecio en Paris (Francia) el 25 de mayo de 1946. Su padre
murió cuando él tenía tan sólo cinco, su madre murió tres años después,
así que el niño fue confiado a los cuidados de varios tíos y tías. Tal
vez por esta situación difícil su educación no fue como la de un niño
normal ni mucho menos tuvo el afecto que éstos necesitan en esos años
tan cruciales de vida.
De pequeño demostró una inteligencia
considerable, pero al mismo tiempo revelaba ciertas tendencias sádicas
que preocupaban a quienes le rodeaban: desde sumergir las patas de su
gato en un cazo de agua hirviendo hasta asfixiar a este mismo animal con
sus propias manos, o torturar a otros animales sacándoles los ojos para
divertirse mirando como éstos se golpeaban contra las paredes una vez
ciegos.
También tenía la manía de robar todo lo
que le pasaba por las manos. A sus compañeros en clase, los medicamentos
en el ejército cuando era soldado (para venderlos posteriormente en el
mercado negro) e incluso los fondos municipales del alcalde de
Villaneuve cuando se presentó a unas elecciones municipales.
Basta con observar su grave afición a la
piromanía, su crueldad con los animales, esa ludopatía crónica, además
de serios y continuos ataques depresivos, una avanzada paranoia y un
crónico estado de melancolía… por no hablar de sus mentiras compulsivas y
su actitud de desprecio hacia toda la sociedad o su sangre fría casi
carente de sentimientos… sin duda ese carácter nos suena bastante
desequilibrado. Sin duda refleja una personalidad muy conocida por todos
nosotros: una personalidad psicopática. Curiosamente, y como suele ser habitual en estos casos, todas estas
peligrosas facetas de su vida no le impidieron salir adelante en la vida
social. Su encanto personal le ayudó a ganar prestigio en el ámbito
profesional como médico y en una carrera política que inició como
concejal, aunque ese encanto ocultase un carácter carente de escrúpulos.
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