lunes, 29 de febrero de 2016

Asesinos en Serie (Dagmar Overbye [II])

Tras asesinar infamemente a su propio hijo, Dagmar se fue a Copenhague, la capital de Dinamarca. Allí consiguió empleo en una tienda de dulces, y poco después conoció a Svendsen, se fue a vivir con él, y nuevamente quedó embarazada de él, dio a luz y, "misteriosamente", el niño murió por razones aún desconocidas.
Dagmar pasó al "salón de la fama" porque, aprovechándose de casos en que se daban en adopción niños nacidos fuera del matrimonio, asesinó a 15 (aunque solo se probaron 9) infantes con inusitada crueldad: estrangulándolos, ahogándolos, o incluso tirándolos vivos al fuego de la chimenea.
El primer asesinato de la serie lo cometió en 1916. Todo empezó cuando vio un anuncio en el periódico, dentro del cual Rasmine Jensen, madre soltera, daba en adopción a su segundo hijo, ofreciendo a quien lo adoptara el equivalente (simbólico al parecer) a unos dos dólares americanos. La desesperación de la joven madre podía olerse en el anuncio, y Dagmar vio allí una fácil oportunidad para desahogar sus instintos homicidas. Entonces contactó con rapidez a Rasmine y, apenas un poco después de apoderarse del pequeñito, lo estranguló, fue hasta el cementerio más grande de Copenhague, buscó un inodoro y tiró el bebé muerto al inodoro.
De allí en adelante el método sería siempre este: 1) buscar el anuncio de una madre desesperada que, en su situación angustiosa, ofrece apenas una insignificante compensación económica a quien adopte su hijo, 2) contactar a la madre llamándola, 3) encontrarse con la madre, recibir al infante y a la pequeña suma de dinero, 4) esperar un rato después de la partida de la madre, 5) matar al infante estrangulándolo, ahogándolo o quemándolo en la chimenea, escondiéndolo el cadáver en el ático cuando fuese necesario. De entre todas las víctimas solo una sobrevivió, siendo encontrada mientras Dagmar estaba en la cárcel, cumpliendo una condena por robo que debía durar de 1918 a 1919. Las fuentes no aclaran el caso, pero puede pensarse que Dagmar dejó al niño con vida fuera de su casa (como hizo con el bebé del cementerio, aunque en ese caso la criatura estaba muerta); ya que, de haber sido encontrado en su casa, se la habría culpar y casi de seguro se habrían descubierto los bebés del ático.
La perdición de Dagmar vino en 1920 con el pequeño hijo de Karoline Aagesen, ya que, al día siguiente de dar al niño, Karoline se arrepintió y fue en busca de su pequeño a la casa de Dagmar. Sin embargo el niño no estaba, y Dagmar no podía sino ofrecer extrañas explicaciones sobre dónde estaba el pequeño y por qué estaba allí. Así, Karoline sospechó que algo andaba mal y llamó a la Policía. Lastimosamente no se equivocó, pues los agentes encontraron que, lo que alguna vez fue su hijo, era ahora un pequeño, negruzco y chamuscado cúmulo de restos humanos que yacían junto a los leños que alimentaban la chimenea de la monstruosa Dagmar.

 

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