lunes, 5 de octubre de 2015

Leyendas en Catalunya (Pedraforca [I])

Pedraforca es una de las montañas más emblemáticas de Catalunya. Tiene una forma muy peculiar debido a sus dos cimas separadas por un gran collado. Su vista más conocida es la que se aprecia desde su vertiente oriental. La cima norte está compuesta por dos picos: el Pollegó Superior (2.506 m) junto al Calderer (2.505 m). La cima sur la conforma el Pollegó Inferior (2.445 m). Se encuentra en la Serra del Cadí, dentro del área del Parc Natural del Cadí-Moixero. Las poblaciones más cercanas son Gósol y Saldes.
En 1982, fue declarada por el Parlement de Catalunya reserva natural de interés nacional. Es una formación montañosa especialmente atractiva por su perfil en forma de U, peculiaridad que le da su nombre. La palabras catalanas pedra y forca significan, respectivamente, piedra y horca.

Leyendas

Esta leyenda se explica por todo el Alto Berguedà. Habla de un hombre que tenía un bocio ( es el aumento de tamaño de la glándula tiroides. Se traduce externamente por una tumoración en la parte antero-inferior del cuello justo debajo de la laringe.) muy grande, lo que era frecuente en tiempos antiguos en los pueblos de alta montaña.
El hombre se fue hacia el Pedraforca para poder curárselo. No es raro que se dirigiese a la montaña representativa del país, esa que presta su altiva silueta como emblema de todo el Alto Berguedà. Y aún más si tenemos en cuenta que precisamente allí estaba el centro de los ritos de las brujas.El hombre de la leyenda fue a una casa convenida donde, estirado en el banco, que no faltaba nunca cerca del hogar de todas las casas, lo indujeron a dormir.

A medianoche, a las doce tocadas, el hombre se despertó y vio que la mujer de aquella casa se untaba el cuerpo con el ungüento de una botella y, a fuerza de conjuros, salía chimenea arriba. Él también lo probó y, pronunciando el conjuro, también salió volando chimenea arriba.Fue a parar justo a la plaza del Pedraforca, donde las brujas se reunían para su fiesta.El hombre se pudo esconder y oyó que las brujas cantaban, al tiempo que danzaban: "Lunes, martes, miércoles, tres", pero no sabían más y el hombre, al darse cuenta, les contestó: "Jueves, viernes y sábado, seis". Esto gustó mucho a las brujas y el hombre, envuelto por la magia, vio cómo le desaparecía el bocio, curado completamente.

De vuelta a casa, le faltó tiempo para explicar cómo le había ido y cómo había perdido el bocio. Un vecino suyo, que sufría del mismo mal, también quiso probarlo y se encaminó a la plaza del Pedraforca, allí donde las brujas tenían función. Cuando sintió que cantaban: "Lunes, martes y miércoles, tres; jueves, viernes y sábado, seis", el hombre saltó de repente y dijo: "Y el domingo, siete". Pero esto no les gustó nada a las brujas, porque el domingo era día de reposo y fiesta de guardar. No solo lo dejaron con el bocio que ya llevaba, sino que le pusieron otro de regalo por no saber lo que podía representar el domingo para las brujas 


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