viernes, 25 de septiembre de 2015

Misterios en la Peninsula Iberica (Tordesillas, "El caso del niño agredido por un OVNI" [III])

En los dos años siguientes, Martín fue sometido a catorce intervenciones de extrema gravedad, que han dejado, tanto la cabeza como el cuerpo del muchacho, innumerables cicatrices y costuras, todas ellas aparejadas de secuelas irreparables. Cabe mencionar que se le tuvieron que implantar diversas válvulas artificiales para realizar las funciones vitales, que no podía realizar con normalidad. Tras estas intervenciones, Martín era mandado a casa con la ilusión de acabar por siempre con la pesadilla, pero, a los pocos días, regresaba al hospital en un estado más que lamentable.
Poco a poco comenzó a normalizarse la quebrantada salud del muchachuelo. Volvió a su colegio, a sus juegos, su rutina... Nada parecía haber cambiado, pero, realmente, Martín ya no era el mismo. Siempre había sido un estudiante normal, que sacaba adelante las asignaturas como podía, teniendo mayor dificultad en las matemáticas. Eso había cambiado. Increíblemente, Martín Rodríguez adquirió una capacidad de retención memorística y una gran habilidad para las relaciones lógicas muy superior a la que siempre había demostrado. Comenzó a interesarse por el dibujo, la poesía, la escultura y las matemáticas. Sus profesores don José Luis, don Tertuliano y don Anselmo no podían creer lo que ocurría; la transformación que el niño estaba experimentando era del todo inexplicable. Unos veían una explicación en la radiación que pudo haber recibido el día del su encuentro con aquel artilugio misterioso, que hubo de producir en su cerebro el desarrollo de unas facultades que tenía aletargadas, mientras otros explicaban el fenómeno diciendo que, después de haberse estado a punto de morir, sin tener en cuenta la edad, las cosas no se ven como antes y la vida recobra todo el interés.

 fuente: http://www.gibralfaro.uma.es/leyendas/pag_1564.htm

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