viernes, 25 de septiembre de 2015

Misterios en la Peninsula Iberica (Tordesillas, "El caso del niño agredido por un OVNI" [I])

Tordesillas es un municipio de la provincia de Valladolid, situado 28 Km al suroeste de la capital. Está situado a 704 m de altura sobre el nivel del mar y tiene 9.213 habitantes. Ostenta los títulos de Muy ilustre, antigua, coronada, leal y nobilísima villa. Hoy en dia es más famosa por su fiesta salvaje, donde un tori es lanceado por una treintena de personas, "muy valientes"


Leyenda

Era el 1 de Octubre de 1977. Martín Rodríguez regresa del colegio con una única idea rondándole la cabeza: salir a jugar con sus amigos. Tan pronto como llega a su humilde casa, en la c/ Valencia, deja la cartera, recoge una rebanada de pan con crema de cacao y sale corriendo. Una vez más, la tarde es suya. Los niños se entretienen jugando al "bote de la malla", una versión del juego del escondite muy practicado en la España rural. Sin problemas, sin compromisos y sin más preocupaciones que buscar un buen escondrijo, los chavales pasan las horas muertas entre carcajadas, carreras y sudores. Nada altera la feliz existencia de los chiquillos

Martín y su amigo Fernando corren como posesos en busca de un lugar donde no les puedan encontrar. Poco a poco se van alejando de la barriada de San Vicente, y van a parar a un vetusto corral abandonado situado en la cuneta de la nacional 122. Los niños indecisos dan vueltas al viejo edificio buscando el lugar más adecuado para esconderse. Entre juegos y zarandajas comienzan a lanzar piedras sobre el derruido tejado del pajar. Una de ellas cae por uno de los agujeros y produce un sonido nunca antes escuchado por ellos. Un estruendo metálico rompe el silencio del lugar. Los pequeños se miran. No pueden resistir la curiosidad.

Los niños comienzan a ver una misteriosa luz que irradia esa parte del corral. Alzan la cabeza y preséncian lo más increíble que sus pequeños o inocentes ojos jamás vieron. Una enorme lágrima lumínica de aspecto metalizado apoyada en tres anchas patas, similares a vigas, se posaba a tan sólo unos metros de ellos. Aquella especie de nave desprende luces de diversos colores que, en medio de aquel desangelado corral, proporciona una escena poco menos que increíble. Fernando se asusta. Martín en cambio se queda fascinado.

Aquello, fuera lo que fuese, debía tener cerca de tres metros de altura por dos de ancho. Emitía un sonido similar al de un avión cuando está en tierra presto para despegar. El extraño objeto con forma de pera les recordaba a los caporiotes que llevan los fieles en las procesiones de Semana Santa.

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