
El
Palacio de Linares, era conocido en sus primeros años como el
Palacio de Murga,
se encuentra en Madrid, situado entre el Paseo de Recoletos y la c/ de
Alcala, su fachada principal está en la Plaza de Cibeles, antiguamente
en los terrenos de los antiguos Molinos de Plata y el Pósito Real de
Madrid, que era gran almacén de cereal, pensado para atender posibles
crisis de abastecimiento en la ciudad. El Palacio de Linares es muy
conocido debido a las leyendas fantasmales que le rodean.
La Leyenda
José de Murga y Reolid y Raimunda de Osorio y Ortega, eran los I
Marqueses de Linares y I Vizcondes de Llanteno, compraron el solar, de
3.064 metros cuadrados, en 1872, al Ayuntamiento de Madrid. Se
encomendaron las obras al arquitecto municipal Carlos Colubí en 1877,
siguiendo fundamentalmente los diseños del arquitecto francés Adolf
Ombrecht, responsable asimismo de la construcción de otros fastuosos
palacios como el desaparecido Palacio de Portugalete, propiedad de los
Duques de Bailén. Algunas partes del palacio de Linares, como la
escalera de mármol que da paso al jardín, las caballerizas o la famosa
Casa de Muñecas, fueron obra de Manuel Aníbal Álvarez. Los marqueses de
Linares se mudaron al edificio en 1884, aunque las obras no terminarían
por completo hasta 1990.

Una turbia leyenda persigue a José y Raimunda, y al palacio que
levantaron en Madrid. Según la rumorología madrileña, el palacio de
Linares encerraría los fantasmas de los primeros marqueses de Linares,
así como el de una niña, su supuesta hija. Siguiendo esta leyenda, José
de Murga y Reolid le habría confesado a su padre, el rico comercial
Mateo Murga y Michelena, haberse enamorado de una muchacha humilde,
Raimunda Osorio, supuestamente hija de una cigarrera de Lavapiés. Al
conocer su padre el nombre de la joven, horrorizado, habría mandado a su
hijo a estudiar a Londres, con el fin de hacerle olvidar tal amor de
juventud. La razón de su espanto vendría dada por el hecho de que esa
muchacha humilde habría sido fruto del amor extramatrimonial del propio
Mateo con la madre de ésta, y por tanto, ambos enamorados serían
hermanos de padre. La leyenda continúa situando a Mateo recientemente
muerto y a los jovenes recién casados. En tal situación habría
encontrado José una carta de su padre dirigida a él en la que le
explicaba las razones de su oposición a tal relación. José y Raimunda,
conscientes del pecado incestuoso que habrían cometido, se habrían
dirigido al Papa Pio IX , quien finalmente les habría otorgado una bula
papal denominada
Casti convivere, esto es, vivir juntos pero en
castidad. Sin embargo, el amor que se profesaban les habría hecho pasar
por alto su relación de medio hermanos y habrían engendrado una hija, a
la que habrían asesinado siendo niña para evitar un gran escándalo.
Tal hija, Raimundita, habría sido emparedada o ahogada, y enterrada en
el propio palacio y, según tal leyenda, hoy en día, seguiría su
espíritu paseandose por los grandes salones del viejo palacio cantando
canciones infantiles y llamando a sus padres. A pesar de que durante
años no se han podido encontrar pruebas históricas que demuestren que
los marqueses eran hermanos de padre y que tuvieran ninguna clase de
descendencia.
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