viernes, 9 de septiembre de 2016

Literatura Catalana (Jacint Verdaguer i Santaló [II])

El 21 de marzo de 1886, el obispo Morgades lo coronó "en nombre de Catalunya" en el Monasterio de Santa María de Ripoll, poco después de publicar el poema "Canigó". Poco después realizó un viaje de peregrinación a Tierra Santa, que le produjo una profunda crisis personal. Dedicó los años siguientes a la oración y, sobre todo, a las limosnas (era el capellán-limosnero del marqués de Comillas). Frecuentó a grupos de videntes y asistió a prácticas exorcísticas. Su producción literaria pasó por una época de sequía, y no volvió a publicar poesía hasta unos años más tarde. En mayo de 1893, se ve forzado a abandonar su cargo de capellán-limosnero en el palacio de los marqueses de Comillas. Se instala en el santuario mariano de "La Gleva", cerca de Vic, donde residirá dos años. En 1895 abandona el santuario y se instala en Barcelona, en casa de la familia Durán-Martínez, a cuyo padre Verdaguer había asistido en su lecho de muerte.

El obispo de Vic, que lo había coronado en Ripoll, le abrió un expediente disciplinario por desobediencia, y se le prohibió ejercer el ministerio sacerdotal. El poeta pasó dos años de soledad y amargura, durante los cuales escribió otro tipo de poesía, más personal y muy dolorida. En 1895 y 1897 publicó en la prensa izquierdista de Barcelona unos durísimos artículos "en defensa propia", que causaron gran estupor en la jerarquía eclesiástica y en la opinión pública catalana. La intervención de los monjes agustinos de El Escorial fue decisiva para que el obispo Morgades le devolviera las licencias sacerdotales, tras la retractación del capellán-poeta. A finales de diciembre de 1897, Verdaguer pudo celebrar misa, y en febrero de 1898 fue destinado, por el obispo de Barcelona, a la parroquia barcelonesa de Betlem, donde pasó sus últimos años como beneficiado.

El 17 de mayo de 1902, el mismo día que cumplía cincuenta y siete años, se trasladó desde Barcelona a la finca conocida como Quinta Juan (Vil·la Joana, en catalán), en Vallvidrera, donde su propietario, ex alcalde de la entonces villa de Sarriá, le ofreció pasar unas semanas para restablecerse de una tisis pertinaz. El 10 de junio, poco antes de las seis de la tarde, el poeta entregó su alma a Dios. Tres días después, el cadáver de Verdaguer, tras haber sido expuesto en el Ayuntamiento de Barcelona, fue sepultado en la montaña de Montjuïc, en una roca delante del mar, después de un largo trayecto por las calles de la ciudad, en una de las manifestaciones de duelo más multitudinarias de la historia de Catalunya.

Entre sus obras poéticas destacan "La Atlántida" (1877), "Idilios y cantos místicos" (1879), "Canigó" (1886), "Patria" (1888), "Flores del Calvario" (1896), "Montserrat" (1898) y "Aires del Montseny" (1901). En prosa publicó "Excursiones y viajes" (1887), "Dietario de un peregrino a Tierra Santa" (1889) y los artículos "En defensa propia" (1895-1897).

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