martes, 16 de agosto de 2016

Historia de Catalunya (La "Guerra de los Remensas")

La Guerra de los Remensas fue una revuelta popular contra las presiones señoriales que comenzó en Catalunya en 1462 y terminó una década después sin un resultado definitivo. Ferran II "el Catolic" finalizó el conflicto con la Sentencia Arbitral de Guadalupe en 1486 en que se abolen los malos usos a cambio del pago de una indemnización de los remensas a los señores feudales.
A principios del siglo XIV, el crecimiento de las ciudades catalanas y la expansión de la Corona de Aragón llevó a un declive de la población rural, acrecentado por la "Peste Negra". La nobleza comenzó a reforzar con dureza las reglas que ataban a los campesinos a la tierra (denominados "pagesos de remensa"), así como a aumentar los derechos señoriales (malos usos).
El mayor apoyo a la rebelión abierta vino de los campesinos más pobres. Aquellos con más posesiones (en su mayoría de la Plana de Vic, Empurdà y el Vallés) intentaron convencer al rey de que introdujera reformas que acabaran con los abusos de la nobleza. A la monarquía le interesaba tener a los campesinos como una fuerza independiente, ya que la corona Aragonesa estaba en constante lucha con la nobleza.

A mediados del siglo XV, Alfons V "el Magnánim" permitió a los campesinos formar un síndico remensa (un "gremio de campesinos"), les libró de la servidumbre y limitó de varias formas los abusos señoriales. Sin embargo, el obispo de Girona, situado del lado de la nobleza, junto a la Generalitat de Catalunya, controlada por los nobles, forzaron a Alfons a retractarse.
El sucesor de Alfons, Joan II "el Gran", solicitó a los campesinos su ayuda frente a la nobleza. Para mayo de 1461, los campesinos se habían declarado a favor del rey y contra los nobles.
En 1462 estalló la Primera Guerra Remensa, con la rebelión de los campesinos contra la nobleza, coincidiendo con la guerra declarada por los nobles contra Joan II. Los campesinos, encabezados por Francesc de Verntallat, lucharon principalmente en el interior montañoso, mientras que el rey y su ejército, armado de manera más tradicional, luchaba cerca de la costa del Mediterráneo. Tras diez años, Joan II ganó la guerra, aunque no consiguió erradicar la servidumbre o tan siquiera introducir reformas de importancia.

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