martes, 8 de marzo de 2016

Asesinos en Serie (Jesse Harding Pomeroy [II])

El siguiente fue Tracy Hayden de 7 años, quien en Febrero de 1872 fue engañado por Pomeroy para llevarlo a un lugar apartado con la promesa de ir a ver a los soldados. Una vez apartados de cualquier distracción, procedió a amarrarlo y a torturarlo con la misma furia que había aplicado al pequeño Paine. Del ataque Hayden salió con los ojos morados, los dientes frontales partidos, la nariz rota y el torso cubierto de heridas y verdugones. Tras este episodio la Policía solo pudo enterarse de que el atacante era un muchachito de cabello castaño, escasa información como para que las autoridades pudieran hacer algo al respecto.
Luego, a mediados de Abril de 1872, Pomeroy prometió llevar al circo al jovencito de 8 años Robert Maier. Después de caminar hasta sus apartados dominios lo sometió como acostumbraba con sus víctimas. Lo desnudó casi por completo y mientras lo golpeaba con una vara lo obligaba a maldecir.
Maier reportó que, mientras Pomeroy lo vapuleaba, se masturbaba disfrutando del sufrimiento que le provocaba. Al terminar lo soltó y le juró que lo mataría si lo delataba con alguien. Después huyó del lugar. La Policía comenzó a actuar interrogando numerosos adolescentes de cabello castaño. Los medios comenzaron a mostrarse nerviosos y los padres advertían fervientemente a sus hijos de no juntarse ni hablar con extraños en la calle. Por alguna razón la descripción del sádico bribón derivó en la de un adolescente de barba y pelirrojo. Mientras tanto el lampiño y castaño Jesse Pomeroy escapaba con comodidad de la búsqueda policial.
El siguiente golpe, a mediados de Julio, fue contra un niño desconocido de 7 años a quien le fue propinado el mismo tratamiento que a los demás, es decir una feroz paliza hasta que Pomeroy alcanzara el orgasmo. Esta vez la Policía ofreció una recompensa de $500 dólares a quien ayudara en la captura del "sádico bribón", como era llamado el adolescente que atormentaba los niños de Boston.
Poco tiempo después Ruth Pomeroy decidió que su familia se mudara al sur de Boston. Se especula que la señora sospechaba acerca de la posible responsabilidad de su hijo en los recientes ataques a infantes. Aunque es posible que se hayan movido por cualquier motivo. Sin embargo, cuando los ataques también se escenificaron de Chelsea a su nuevo rumbo, seguramente algo debió haber pensado, pero no se sabe realmente. La madre de Jesse siempre permaneció fiel a su hijo, y negaría las imputaciones formuladas contra aquel.
George Pratt andaba en las calles cuando fue abordado por Pomeroy y con al promesa de recompensarlo con un dinero por traer un mandado lo condujo a un lugar solitario donde comenzó su inhumano ataque. Después de atarlo y desnudarlo lo aporreó sin misericordia con un cinturón.
Esta vez elevó el nivel de sus atrocidades, mordiéndole un cachete y arañándolo profundamente en la piel. Varias veces le enterró una larga aguja en diversas partes del cuerpo. Intentó inclusive clavársela en un ojo, pero Pratt logró colocarse en posición fetal antes que Pomeroy lograra su objetivo. Por fortuna, el sádico bribón había saciado su sed de violencia y huyó del lugar no sin antes morderle un glúteo al desafortunado niño. Una vez visto el caso por las autoridades concluyeron que no podía ser obra más que de un sujeto demente, entonces temieron lo peor, que continuara la racha de ataques.




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