Mientras era conducido a la comisaría de
policía, confesó que ya imaginaba que iba a ser detenido al llegar a
casa, pero que decidió resignarse a esa suerte porque “era inevitable”.
Ni siquiera se tomó la molestia de deshacerse de los restos humanos que
quedaban en su apartamento, pues eran las evidencias para demostrar que
no mentía. También reconoció haber pensado en el suicidio al principio,
pero pronto desechó la idea porque si moría nunca se sabría lo que había
hecho.
Su aparente autocontrol y frialdad
mientras confesaba desconcertó a los agentes, quienes pensaron estar
ante un verdadero psicópata sin escrúpulos, pero Dennis, al estar
consciente de ello, les explicó que sólo permanecía imparcial para que
su testimonio fuese lo más objetivo posible para ellos, pues si daba
rienda suelta a sus sentimientos de arrepentimiento y a su angustia
interior, le costaría muchísimo guardar la calma: “Nadie debe verme
llorar por las víctimas, eso forma parte de mi dolor personal”.
El 11 de febrero comenzó un
interrogatorio fuera de lo común que duró once días. El asesino en serie
más prolífico de la Gran Bretaña dictaría más de 30 horas de confesión
muy detallada sobre los distintos crímenes, ayudando a la policía tanto
como le fue posible con detalles y descripciones para que los
investigadores pudiesen identificar a las víctimas. Apenas tuvieron que
interrogarle, pues él mismo había trabajado como policía en período de
pruebas y sabía de sobra cómo se desarrollaba un interrogatorio.
Toda su declaración fue fria y pausada y
alegó que su arrepentimiento estaba por dentro. Comenzó diciendo que
tenía un cargo de conciencia demasiado grande y posteriormente detalló
toda su historia como criminal, no sin antes advertirles que una
investigación concienzuda de su vida y obras podría producirles
angustia.
Confesó que había un total de 15 o 16
cuerpos que él mismo había asesinado desde 1978: tres en Cranley Gardens
y unos trece en su dirección anterior de la Avenida Melrose, en
Cricklewood. Además, explicó que había intentado asesinar a otros siete
jóvenes, pero no lo consiguió porque las víctimas lograron escapar y de
otras se arrepintió.
Dennis se mostraba profundamente
arrepentido de sus hechos, e incluso agradeció numerosas veces a los
policías que lo habían detenido: "Ahora me siento culpable, merecedor de
castigo. Estoy convencido de que merezco toda la pena a la que un
tribunal pueda condenarme. Es un alivio que me hayan detenido, porque si
lo hubiesen hecho a los sesenta y cinco años, podría tener a mis
espaldas cientos de cadáveres"
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario