martes, 27 de febrero de 2018

El misterio de los cordeleros

Barcelona tuvo durante siglos tres grupos sociales marginados; judíos y gitanos fueron a parar a la "isleta del Raval" y al "call" respectivamente. Pero hubo otro grupo menos conocido que sufrió idéntica marginación: los cordeleros.

Desde lo más profundo de la edad media los cordeleros eran objeto de todo tipo de discriminaciones: se decía que tenían cola, los domingos les sangraba el ombligo, de sus escupitajos nacían abundantes gusanos, se les achacaba incompetencia profesional, practicaban artes mágicas y hechicería... tan solo esta última característica parece cierta.

Los cordeleros eran transhumantes; tenían que buscar su materia prima allí donde la hubiera y esto les implicaba ausentarse de su domicilio buena parte del año. Aun cuando el cáñamo que se cultivaba en las zonas situadas más allá del actual Arco del Triunfo, en Glorias y La Llacuna, no era el cannabis alucinógeno, dormir cerca de los campos implicaba un cierto grado de intoxicación al respirar los efluvios que despedían las plantas. Esto les sumía en una especie de sueño hipnótico en el cual creían dotarse de capacidades de videncia.

Fue así como ganaron fama de brujos. Por lo demás las cuerdas fabricadas en Barcelona tenían fama en todo el Mediterráneo; sin embargo los cordeleros se ganaron a pulso su marginación al fabricar también las cuerdas para los ahorcamientos. Para los familiares de los ajusticiados los cordeleros eran los responsables de la horrenda muerte de sus deudos. Para el pueblo, en general, existían rumores de que los cordeleros recibían enormes sumas de dinero a cambio de fabricar cuerdas que se rompieran en el curso de las ejecuciones. Si esto ocurría los reos eran perdonados...

Existieron cordeleros en la Ribera y en el Raval. Estos vivían cerca de la plaza del Padró, existiendo una gran concentración en la calle de la Botella. Durante siglos no se les permitía vivir dentro del recinto amurallado y solamente sus mujeres entraban en la ciudad para vender su mercadería; debían abandonar el recindo al caer la noche. 

El único cordelero que se hacía acreedor del respeto de sus vecinos era el que fabricaba las cuerdas utilizadas en la Catedral.

 http://infokrisis.blogia.com/2009/031305-ocho-misterios-de-la-barcelona-magica.php

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