Fue acusado de herejía, por cuanto, según era de dominio público (tenía fama publica referente), daba culto a los demonios, ejercía como mago y adivino, hacía sortilegios. Es decir, era un nigromante del grado máximo. El imputado Pere Marc, ante la parvedad de las pruebas presentadas, fue absuelto. Los hechos imputados fueron considerados de gravedad menor y sólo se le impuso una llevadera penitencia consistente en el rezo diario, y postrado de rodillas, del salmo Miserere. Quien levantó acta pública el notario de Barcelona Bartomeu Costa, padre.
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