sábado, 9 de enero de 2016

Asesinos en Serie (Hamilton 'Albert' Fish [II])

A pesar de todos estos delitos, la Policía neoyorquina tardaría nada menos que seis años para poder inculparlo por asesinato.
"Escuchaba voces que me decían cosas y, cuando no las comprendía todas, trataba de interpretarlas con mis lecturas de la Biblia… entonces supe que debería ofrecer uno de mis hijos en sacrificio para purificarme a los ojos de Dios de las abominaciones y los pecados que he cometido. Tenía visiones de cuerpos torturados en cualquier lugar del Infierno…"
Albert Fish fue capturado por la Policía el 13 Diciembre de 1935, cosa que se logra a través de una carta de Fish enviada a la madre de la víctima que había secuestrado, en donde le cuenta sus aficiones por el canibalismo y cómo se decidió a probar carne humana por primera vez con el cuerpo de su hija.

“Querida señora Budd:
Hace algunos años, mi amigo el capitán John Davis, zarpó de California hacia Hong-kong, que por aquel entonces padecía los problemas del hambre. Las calles se habían vuelto muy peligrosas para los niños entre 9 y 12 años porque tenían la costumbre de matarlos y cortarlos en pedazos y vender su carne como alimento.
Antes de zarpar mi amigo, raptó a 2 niños, los mató, cortó en pedazos, guisó su carne y se la comió.
Esa es la razón de que hace algunos años yo acudiera a su casa el 3 de junio de 1928 con el pretexto de acompañar a su hija a la fiesta que daba mi hermana. Me la llevé a una casa abandonada, que había en Westcher County, donde la estrangulé, la corté en pedazos y comí parte de su carne. Tranquila, no me la tiré: murió siendo virgen.”

Tras leerla y sufrir un gran shock, se puso en contacto con la Policía, que tras investigar logró encontrar la procedencia de la carta, siguió la pista de Albert Fish y lo arrestó el 13 de diciembre.
En su declaración afirmó que, tras matar a la niña, le cortó la cabeza con un trinchante y partió su cuerpo en dos con una sierra a la altura del ombligo.
El propio Fish lo reconocería: "No soy un demente, sólo soy un excéntrico. A veces ni yo mismo me comprendo".
Una vez detenido, se confiesa además autor de otros muchos crímenes y demás aberraciones que había estado llevando a cabo durante toda su vida: su deseo irresistible de comer carne cruda las noches de luna llena, que le valdría el apodo de “el Maníaco de la Luna”, sus crímenes más atroces, algún acto de vampirismo como el caso de un niño de 4 años al que flageló hasta que la sangre resbalaba por sus piernas, luego le cortó las orejas, la nariz y los ojos, le abrió el vientre y recogió su sangre para bebérsela a continuación, además de desmembrarlo y prepararse un estofado con las partes más tierna

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