Religiones y Cultos (Cap. Grecia [XXVIII])
Animales mitológicos griegos (VIII)
Laelaps
Laelaps era un perro y exiten hasta tres versiones, solo difieren en quien entrego el perro a Procris, o Minos o Diana o en la forma
El perro fue un regalo de Minos (o Diana) a Procris,
puesto que Minos tenía el problema de que eyaculaba serpientes,
escorpiones y arañas que devoraban los genitales de sus amantes. Ella
consiguió ayudarle introduciendo una vejiga de cabra en el sexo de Pasífae,
la mujer de Minos. Así, Minos echaba las alimañas en la vejiga y luego
sí podía realizar el acto sexual con Pasifae. En la versión de
Apolodoro, Procris dio a Minos un brebaje para que nada le dañara y
luego se acostó con él. A cambio de esta ayuda, Minos regaló a Procris
el perro Laelaps y una jabalina que nunca erraba el blanco.
Una paradoja con este perro, Céfalo, el marido de Procris, obtuvo posteriormente el perro y la jabalina y decidió usar al perro para cazar a la Zorra Teumesia,
que nunca podía ser atrapada. Esto provocó una paradoja: un perro que
siempre atrapaba a su presa y una zorra que no podía ser atrapada. La
persecución prosiguió durante un tiempo hasta que Zeus, perplejo por sus destinos contradictorios, transformó a ambos animales en piedra.

Lamía
Lamia era una Reina de Libia, a la que Zeus amó, era hija de Poseidón o Belo y Libia. ). Hera,
celosa, la transformó en un monstruo y mató a sus hijos. Lamia fue
condenada a no poder cerrar sus ojos, de modo que estuviera siempre
obsesionada con la imagen de sus hijos muertos. Zeus le otorgó el don
de poder extraerse los ojos para así descansar, y volver a ponérselos
luego. Lamia sentía envidia de las otras madres y devoraba a sus hijos.
Tenía el cuerpo de una serpiente y los pechos y la cabeza de una
mujer.

León de Citerón
León de Citerón es el león que azotaba los rebaños de Beocia y
que Heracles desolló. Esta es una de las primeras hazañas de Heracles.
De esta fiera no está escrito que tuviera alguna capacidad especial, a
diferencia del terrible León de Nemea, y por ende Heracles le dio fin por medios convencionales, pero solo después de cazarle por cincuenta días.
Tespio, el rey de Tespia en Beocia, le hospedó durante ese
tiempo y, teniendo él cincuenta hijas, fraguó el plan de concebir en
todas ellas a un vástago del poderoso héroe (que por aquel entonces
ostentaba solo dieciocho años de edad).
Existen varias versiones acerca de la forma en que Tespio logró tal
plan, siendo la más aceptada que Heracles yació con una doncella
diferente cada noche pensando que se trataba siempre de la misma. Otra
supone que yació con todas en una sola noche o, según otra versión, con
sólo 49, puesto que una se le opone siendo condenada por ello a
virginidad vitalicia. El número de hijos también varia siendo de
cincuenta a cincuenta y dos teniendo la hija mayor y la menor hijos
gemelos, lo único que no cambia en los relatos es el hecho de que toda
su descendencia fue masculina.
Tras derrotar al león de Citerón, Heracles lo desolló y vistió su
piel, atuendo por el que se le conocería de ahí en adelante; después,
cambiaría la piel del León de Citerón por la del León de Nemea.

León de Nemea
León de Nemea era un despiadado monstruo que vivía en Nemea. Finalmente fue vencido por Heracles. Suele considerársele hijo de Tifón o Equidna o de Ortos y Quimera, aunque hay leyendas, que también se ha dicho que habría caído desde la luna, como hijo de Zeus y Selene
El león había estado aterrorizando los alrededores de Nemea, y tenía
una piel tan gruesa que resultaba impenetrable a las armas. Cuando
Heracles se dirigía a cazar al león se hospedó en casa de Morloco, partiendo después hacia la guarida de la fiera.
Cuando Heracles se enfrentó a él por primera vez, usando su arco y sus
flechas, un garrote hecho de un olivo (que él mismo había arrancado de
la tierra) y una espada de bronce, todas las armas resultaron
inútiles. La morada del animal tenía dos entradas: Heracles lo azuzó
hasta que el animal penetró en ella, taponó una de las entradas y
acorralándolo por la otra lo atrapó y lo estranguló.
Heracles llevó el cuerpo del león a Micenas para que lo viera el Rey Euristeo,
quien elegía qué tareas debía cumplir el héroe en el camino de los
doce trabajos. Pero éste se asustó tanto que prohibió a Heracles volver
a entrar a la ciudad, y le ordenó que de ahí en adelante le mostrase
el fruto de sus trabajos desde fuera. Euristeo mandó a sus herreros que
le forjasen una tinaja de bronce que escondió bajo tierra, y en la que
se refugiaba cada vez que se anunciaba a Heracles, comunicándole sus
instrucciones a través de un Heraldo.
Heracles empleó horas intentando desollar al león sin éxito. Por fin Atenea,
disfrazada de vieja bruja, ayudó a Heracles a advertir que las mejores
herramientas para cortar la piel eran las propias garras del león. De
esta forma, con una pequeña intervención divina, consiguió la piel del
león, que desde entonces vistió a modo de armadura, usando su cabeza
como yelmo
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