Religiones y Cultos (Cap. Grecia [XIV])
Orión
Orion, era un cazador de Beopcia. Hijo de Poseidón dios del mar y Euríale,
es una de las tres górgonas junto con Medusa y Esteno. Representaba la
virtud de la universalidad. Tenía forma de una enorme mujer, en su
cabeza en lugar de cabellos le crecían serpientes venenosas vivas, y,
según otras versiones también de sus axilas. Poseía además garras de
bronce, una boca enorme con colmillos de marfil, alas de oro, y cola de
serpiente. Como diosa terrestre, protegía y controlaba varios
santuarios y oráculos en las montañas, (por ejemplo el Oráculo de
Delfos) e incluso es quien inspira a las pitias o pitonisas encantadoras de serpientes. Otros autores considera que la madre fue Euríale, hija del Rey cretense Minos
Orión poseía una belleza extraordinaria y creció tanto que llegó a
convertirse en un auténtico gigante. Tan enorme era, que podía
andar por el fondo de los mares profundos sin que jamás las aguas
le cubrieran de hombros para arriba. Después de muchas aventuras, Orión fue a la isla de Quíos, donde al poco tiempo se enamoró de Mérope, la hija del rey Enopión, que era hijo de Dionisios. Tal era su amor hacia ella que la pidió en matrimonio. El
Rey consintió en ello, pero previamente exigió al gigante que
demostrara su valor llevando a cabo una difícil misión. Orión
tendría que exterminar un gran número de animales dañinos que
estaban causando enormes pérdidas en las cosechas de la isla. Una
vez que hubo exterminado todas las alimañas, el monarca se negó a
cumplir lo prometido. El rey le dijo que circulaban rumores de aún
quedaban leones y osos en la montaña... Parece ser que en realidad
Enopión, estaba enamorado de su propia hija Mérope.
Una noche Orión, disgustado, bebió un odre de vino de Enopión y se
emborrachó de tal modo que irrumpió en el dormitorio de Mérope y la
obligó a acostarse con él. Cuando llegó la aurora Enopión invocó a su
padre Dionisios quien envió unos sátiros para que invitaran a Orión a
beber más vino hasta quedar dormido; entonces Enopión le sacó los dos
ojos y los arrojó a la orilla del mar.
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Un oráculo anunció que el ciego recobraría la vista si viajaba hacia oriente y volvía la cuenca de los ojos hacia
Helios en
el punto en que se eleva del océano. Inmediatamente Orión remó mar
adentro, y siguiendo el ruido de un martillo de un cíclope llegó a
Lemnos. Allí entró en la fragua de Hefestos, se apoderó de un aprendiz llamado Cedalión y
se lo llevó a hombros como guía. Cedalión condujo a Orión por tierra y
mar hasta llegar a la parte más lejana del océano, donde Eos se enamoró
de Orión y su hermano Helios le devolvió la vista.
Orión, en compañía de Eos, volvió para vengarse de Enopión, pero no
pudo encontrarlo por ninguna parte de Quíos porque se ocultó en una
cámara subterránea que le había construido Hefestos. Entonces creyó que
habría huido a Creta para buscar la protección de su abuelo Minos, y
embarcó para Creta donde encontró a Ártemis quien compartía con él la
afición a la caza, y no tardó en convencerle para que olvidase su
venganza y saliese a cazar con ella.
Apolo sabía que Orión no había rechazado la invitación de Eos de
acostarse con ella en la isla de Delos y, además, se jactaba de que
liberaría a la Tierra de fieras y monstruos. Temiendo que su hermana
Ártemis fuese tan enamoradiza como Eos, Apolo convenció a la Madre
Tierra, Gea, que repitiese chismosamente la jactancia de Orión con lo
que consiguió que un escorpión monstruoso lo persiguiera.
Orión atacó primero con flechas y luego con su espada, pero Orión
se confió demasiado y el escorpión le picó en un pie con su
potente aguijón venenoso. La terrible ponzoña se extendió por toda la
sangre del cazador y éste cayó al suelo medio moribundo. Cuando vio
que la muerte era ya inminente, pidió auxilio e imploró venganza
al todopoderoso Zeus, ya que la muerte que le acechaba era
poco gloriosa para un personaje de su talante. Le pidió al dios
supremo que lo colocaran en los cielos con sus dos fieles perros de
caza (Canis Mayor y Canis Menor) y una Liebre (Lepus), para que los
hombres, cuando miraran hacia arriba en las oscuras noches
estrelladas, recordaran sus aventuras como cazador. También le
pidió a Zeus el dominio de las tempestades, las tormentas,
el hielo y los vientos, a fin de poderse vengar así de su madre la
Tierra (Gea). El dios fue condescendiente con Orión
y atendió sus súplicas. La Tierra tembló, y desde entonces lo ha
venido haciendo hasta nuestros días cada vez que ha visto aparecer a
Orión sobre el firmamento, ya que éste siempre ha traído
consigo el viento, el frío, las tempestades, los hielos, las nieves
y las escarchas, que tan abundantes son en invierno sobre la
Tierra, coincidiendo con la llegada de esta constelación.
Pero Zeus también encargó de situar el Escorpión
(Scrpius) en el firmamento, pero tuvo cuidado de ponerlo lo más alejado
posible del gigante para que nunca más volvieran a enfrentarse. Así
pues, cuando Orion desaparece de la bóveda celeste es cuando hace su aparición Scorpius. Mientras que Orión aparece durante el invierno, Scorpius lo hace en el verano.
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